Todos los niños sienten, en los primeros años de su vida, una necesidad innata de aprender. Sin embargo, son muchos los que al llegar a la escuela frenan su creatividad, parecen no encajar y muestran síntomas de ansiedad y de frustración. ¿Qué está pasando? Para Catherine Gueguen, pediatra, especialista en comunicación no verbal y un nombre de referencia en la educación de los más pequeños, la causa se halla en un modelo educativo obsoleto, centrado en las relaciones de poder, la disciplina y el castigo, y eso, para el cerebro de un niño -maleable, inmaduro y frágil en grado sumo-, es tremendamente perjudicial. En opinión de Gueguen, la única forma de cambiar el sistema es replantear, y sobre todo reivindicar, la figura del profesor, y la clave para ello es la empatía. El profesor debe fomentar por encima de todo la empatía: - escuchar, - respetar - y animar al alumno a expresar sus emociones, sean estas buenas o malas. En definitiva, hacer del aula un lugar donde el niño o el adolescente se sienta seguro, valorado y querido. El resultado, como demuestran los cientos de estudios científicos y los testimonios que acompañan a este libro, no puede ser más alentador: el niño no solo se siente más contento, más comprometido y participativo en el aula, sino que su rendimiento escolar también mejora. ENGLISH DESCRIPTION For the first years of their lives, children feel an innate need to learn. However, once they start school, many of them lose their creativity, feel like they don't fit in, and begin to show signs of frustration and anxiety. According to Catherine Gueguen - pediatrician, non-verbal communication specialist, and a renowned name when it comes to children's education - the cause of this issue lies in an educational model that is centered on relationships of power, discipline, and punishment, and that, for a still immature and extremely fragile brain, is tremendously harmful. In Gueguen's opinion, the only way to change that system is to rethink the teacher's role, and the key to this is empathy. Above all, the teacher must promote empathy: listen, respect, and encourage the student to express their emotions, whether they are good or bad. Make sure the classroom is a place where the child or teenager feels safe, valued, and loved. As a result, the child not only feels happier, more committed and involved in the classroom, but their school performance will also improve.